martes, 18 de diciembre de 2018

Ahora que corro

Cuando corro busco tonificar, busco descubrir sitios nuevos, busco sudar, busco ser. Busco la ducha de después, las endorfinas liberadas que me tatúan la sonrisa. Busco que mañana me cueste menos. Busco ser más rápida. Busco ser más ligera. Busco ser, y busco estar. Porque cuando corro, estoy corriendo, nada más. Corro pensando en correr, pero se me cruzan todos esos pensamientos que duermen mientras hago otras actividades que requieren concentración. Pienso en él. Pienso en mamá. Pienso en el nuevo curro. Pienso en volver. Pienso en las vacaciones. Pienso en el coche nuevo. Pienso en buscar otra casa algo más grande. Pienso en mi clase, en cómo me recibirán. En no estar nerviosa el primer día. Pienso en hacerlo bien. Pienso en ser capaz de enseñarles. De que aprendan, más bien. Y pienso en correr, en el ritmo, en la postura, en la siguiente pendiente, en el bosque de mi izquierda, en la granja de la derecha, en el mar no tan lejos. En el trago largo de agua al volver. En el jabón formando regueros blancos y llevándose todo menos a mí. En el pelo limpio. Pienso sin pensar. Porque solo corro.

domingo, 16 de diciembre de 2018

Caballo de carreras

Un kilómetro más. Puedo llegar. Puedo hacerlo. Por primera vez, me lo creo.

Las luces largas como aviso, el chirriar de las ruedas con cada volantazo para esquivar, salvarme a cada poco, salvarles a ellos. Un kilómetro más y cumplir los veinte, llegar a los 60.000 euros. Adelantar pagos de la hipoteca, darle a Raúl y Tere regalos por Navidad después de tantas Navidades sombrías. Incluso saldar deudas con Marta, que no sabrá cómo conseguí el dinero pero me mirará con esos ojos verdes tan abiertos y tan inquisidores, sin atreverse, sin querer saber, contentándose. Responderla con media sonrisa y sin querer sudar. Guardarme quizá algo para mí, para lo que venga. Ya nadie contrata porteros de discoteca de más de cincuenta años. Ya no les valgo, dicen. Así que soy perro de pelea, títere con el que apostar. Un kilómetro más.

¿Y si sigo?

domingo, 25 de noviembre de 2018

La música que no escuchas

La mejor música de Madrid la oyes en el metro. Pero tienes que prestar atención. No ser el sonámbulo que somos todos cuando nos sumergimos sin compañía en las entrañas de la ciudad. Total, en realidad no hay nada que hacer cuando caminas con nadie por los pasillos del metro. Lo más posible es que no tengas ni que pensar por dónde tienes que ir. Tanto has andado por ahí que tus pies son brújula, tu cerebro está a otra cosa, en otro sitio, en otro tiempo. Aprovecha. Es una pausa entre de dónde vienes y a dónde vas. Quítate los auriculares. El libro ya lo leerás en el vagón. Devuelve la llamada más tarde. Juega cuando se cierren las puertas y te balancees. Camina, y escucha cuando oigas acordes. Un canto. Una melodía. Sé testigo, sé público. Sé, que en tu devenir por el laberinto centenario eres tan inerte que ni te sientes.

martes, 20 de noviembre de 2018

El tiempo, la escritura y tú

Hace no tanto, los libros los empezaba por la solapa, para leerme la biografía de quien lo firmaba y restar la fecha de su nacimiento a la de su primer libro publicado. Así veía si se me estaba haciendo tarde. Si podía tomarlo como referencia, respirar y pensar que aún me quedaba tiempo. O para apoyar el mentón en el pecho y decirme en bajito “ya no llegas”. Siempre hay prematuros, y la comparación me atormentaba, pero también hay Murakamis, y esa comparación la pasaba por alto, porque siempre fui más de bucear en lo que salgo perdiendo y correr deprisa allí donde puedo vencer. Como si esto fuera una competición. Una competición en la que nunca llegaré a la meta porque solo compito yo contra mi ego y la llegada no existe. Ni siquiera hay pistoletazo de salida. El único fin es la muerte y el único principio es cuando nací. Lo del medio no puede ser una carrera, me digo entre flato y flato.

miércoles, 7 de noviembre de 2018

Yo conduzco

- Ya lo sé.

Poco a poco el tono se me va agravando. La jovialidad con la que dije “venga, yo conduzco” ha ido dando pie a la sequedad. Las frases se me van acortando en la boca. Una paulatina economía de lenguaje, como un río que se va secando hasta ser arroyo y luego un meandro y luego barro. El torrente que fui al girar la llave de contacto se había estampado ya al salir de Madrid contra la presa construida por sus consejos, sus advertencias, sus premoniciones, sus recuerdos y sus miedos. Los posibles temas de conversación habían quedado reducidos, en espacio de diez minutos, a uno solo.

- Pues no lo parece. El límite en este tramo son ochenta.

domingo, 4 de noviembre de 2018

Agujeros

- Así que me llevo el mapa.

Elisa levantó la cabeza, dio una calada al cigarro, le miró arrugando la frente. Llevaba un rato sin escucharle, demasiado ruido tenía ya en la cabeza como para poder atender a lo que le decía él. Pero esa afirmación, dicha casi en bajo, sin emoción en la voz, sí la oyó. Pero una cosa es que le hubiera oído y otra que le estuviera entendiendo. Exhaló humo gris, parpadeó. Tuvo que carraspear antes de poder responder, de tan seca que se le había quedado la boca. Seca desde que había empezado aquella conversación, una que parecía anunciar que no habría siguientes.

lunes, 24 de septiembre de 2018

De qué hablan cuando esperan

Queda tan poco. Y te miro. Y me miras. Y te sonrío en lo que seguro es una mueca absurda, puro nervio en cada labio, como hacía tanto que no lo hacíamos. Como hace ocho años, cuando por primera vez nos pusimos tan cerca como lo estamos ahora. Aquella noche empezó todo y no lo sabíamos. Aquella noche nos ha traído aquí, menudo viaje. Y no sabíamos lo que hacíamos. No sé si lo sabemos aún.

martes, 18 de septiembre de 2018

Así que juegas

No descartas que no te guste. No descartas que no le gustes. No descartas nada, y te importa poco, porque qué cartas más buenas para jugar a esto que ya conoces pero haces diferente, porque son demasiadas las partidas echadas, los faroles vistos, los bad beats sufridos, las apuestas mal medidas, los porcentajes de probabilidad que auguraban desastres pero luego precedían a éxitos inesperados, porque al fin y al cabo los porcentajes son solo eso y la probabilidad es una ciencia que en realidad asegura que algo puede ocurrir, aunque sea una de cada mil veces.

Así que juegas.

viernes, 7 de septiembre de 2018

Coge altura

Volad, les digo.

Volad, que no hace falta saber cómo. No se hacen cursos de pilotos para volar como os digo. No pilota nadie en un vuelo que no sabes a dónde va, pero que coge altura a cada sílaba suspirada en un email o por teléfono, porque esto va de la distancia, de no veros, de no verte a ti mismo, de olvidarte de quién eres, de saber qué quieres hacer, ser, parecer, estar. Volad sin mirar al suelo. Volad sin huir a ningún sitio. Volad para encontraros a vosotros mismos en un cielo de misterio. Porque nadie sabe qué pasará. Por eso mismo, porque el destino es incierto, volad. Porque lo que quedará será el vuelo, el trayecto recorrido, las turbulencias y los cócteles a 30.000 pies. La comida insípida y las películas brillantes. Los sueños sobre hombro ajeno y los amaneceres de tú a tú, porque ahí arriba no levantas la vista para ver el sol, lo tienes enfrente, a tu lado, por todas partes, infiltrándose por la ventana para regalarte una alfombra de nubes por la que no caminas porque te elevas sobre ella, porque no hay nada debajo, solo aire sobre el que flotar.

lunes, 3 de septiembre de 2018

Solo despertar en septiembre solo

Te despiertas después de dormir mucho y soñar algo que no entiendes y no haces por grabar en la memoria. Te despiertas queriendo escribir, pero no sabes el qué. Te despiertas melancólico, sin motivo, o cargado de razones, ni lo sabes ni te esfuerzas por entenderlo. Te despiertas, sin más, el primer lunes de septiembre, el primer día del fin del verano, el primer día del resto de tu vida, que ya nunca será igual porque no vivimos en bucle y que lo tenga que venir, que venga, pero que no me avise, porque no estaré preparado de todas formas.

viernes, 17 de agosto de 2018

Lo que a ellos les importa

En un viaje en coche leímos el Romancero Sonámbulo y lo analizamos, descifrando a Lorca a cada curva. Pero eso no importa.

Nos perdimos en el desierto de Tabernas y grabamos un vídeo con música de Morricone. Pero eso no importa.

Celebramos San Miguel en un pinar manchego rodeados de amigos ansiosos de conocerte y al día siguiente el párroco de la iglesia nos abrió sus recovecos y nos enseñó reliquias que yo desconocía, a pesar de llevar 36 años yendo al pueblo. Pero eso no importa.

Me descubriste series que yo jamás habría visto y películas asiáticas que para mí ni se habían hecho. Pero eso no importa.

Nos invitaron a un palco para ver un concierto de Robe y nos sentimos reyes. Fuimos reyes. Pero eso no importa.

jueves, 2 de agosto de 2018

No serán puntos suspensivos

Mi trabajo es cambiarte. Me pagas por hacerte otro. Tú expones, yo te propongo, te aconsejo en pos de tu único beneficio, pues mi sueldo no va a variar por mucho empeño que ponga en ofrecerte opciones. Podría obedecer de primeras sin más, o puedo abrirte nuevos horizontes desde la experiencia, el salario será el mismo y las propinas en mi trabajo no suelen existir, ni en realidad las espero, porque al final, que sonrías y asientas cuando yo termine es el único reconocimiento que puedo obtener, todo a lo que puedo aspirar.

domingo, 29 de julio de 2018

La falda

Era blanca con rayas rojas diagonales. Tenía vuelo, dos pliegues a los lados y un volante al final. La primera vez que se la vi puesta a Andrea supe que era para mí. A ella le quedaba justo por encima de las rodillas, y cuando andaba, la falda bailaba, como la bandera de un mástil en alta mar. Cada vez que ella avanzaba el pie derecho, la tela se henchía orgullosa, flamenca, y ocupaba aire a ese mismo lado. Y luego a la izquierda. Y derecha. Recuerdo que la veía salir de casa con la falda puesta y pensaba que mi hermana mayor era una sinfonía de cintura para abajo. Además, como siempre ha sido muy morena de piel, el blanco contrastaba con sus piernas largas y delgadas y el rojo de las rayas adelantaba el color de las uñas de sus pies. Yo no tenía edad para que Andrea reparara demasiado en mí, y menos cuando salía ella de casa en busca de sus amigas o de un nuevo novio de verano, así que yo creo que no se daba cuenta de lo que me podía llegar a hipnotizar el vuelo de su falda blanca con rayas rojas diagonales.

martes, 24 de julio de 2018

Puestos a perder, encuentras

Es justo cuando dejas de buscar al gato cuando aparece. Has contactado con la vecina porque lo que parecía más factible es que hubiera salido por la ventana, deambulado por la cornisa, y saltado a su terraza. Pero esa vecina que no conoces se declara fuera de Madrid. Tras hablar con ella te sientas, abres el ordenador, escribes de título “Puestos a perder”, pensando en un escrito lacrimógeno en el que narras que ya lo único que te quedaba por perder era el gato, y mientras sopesabas el arranque, vencido ante la evidencia de la invisibilidad del felino, asoma la cabeza y te mira sin expresión, bosteza y se relame, y se va al comedero, como si nada hubiera pasado. Porque tiene razón, nada ha pasado.

lunes, 16 de julio de 2018

Todo menos quedarte quieto

No lo van a entender. Tampoco se lo vas a explicar. Cuando sientes unas ganas irrefrenables de llorar, ¿para qué contarlo, si lo único que puedes hacer es justamente eso, llorar? Puede incluso que ni tú tengas claro los motivos por los que se te anegan los ojos, por los que las pestañas ya no hacen de presa y tus dos pantanos se desbordan, te inundan las mejillas, la riada escala la pendiente de tus labios y va a parar a la poza que es tu boca. ¿Cómo informar de lo que ocurre si ya ni haces por teorizar para buscar razones?

sábado, 14 de julio de 2018

Como mañana no haya nada

- Os juro que estoy por irme y quemar algo -, gruñó Julián mientras agitaba el cubilete.

Sacó un cinco y vació su círculo verde de fichas. Formó una barrera que bloqueó el avance de la ficha de Keko.

Carmelo se levantó a la nevera, con el mono a medio poner, las mangas atadas a la cintura. Bostezó largo y sacó el zumo. Bebió directamente del tetrabrik hasta vaciarlo. Lo estrujó y lo tiró a la basura.

- Joder, Carmelo. A la otra -, corrigió Rubén, sin levantar la vista del tablero.

Carmelo se encogió de hombros, recuperó el tetrabrik y lo echó a la papelera de envases.

- Tira, coño, que nos dan las uvas –. Keko parecía que siempre tenía algo urgente que hacer.

miércoles, 11 de julio de 2018

Diez minutos de verano en tres actos

I

- Escucha. ¿Te das cuenta? En un sitio como este, los únicos que ponen música en altavoces son los que escuchan mala música. Baja cultura. Música hecha para la masa. El reggaeton ese. No oirás rock, clásica, reggae, ni nada de eso. Los que escuchan buena música, si están en un lugar público como esta piscina, se ponen los auriculares. No molestan. Disfrutan de su música, buena música, alta cultura, sin obligarnos al resto a oírla. Lo que viene siendo respeto. Aunque, visto lo visto, ojalá esos  se quitaran los auriculares y nos regalaran a todos un poco de Queen, o de Jimmy Cliff, o de The Clash. Coño, ¡imagínate estar escuchando Wagner mientras hablamos y tomamos el sol!

lunes, 9 de julio de 2018

La pelea

Es como si le oyeras pensar. Porque le oyes pensar. Y piensa mal de ti. Piensa que no vales, que eres un proyecto inconcluso, que no llegarás a ser el hombre que imaginaste de niño. Cree que nada de lo que te propones lo culminas, que eres experto en dejarlo todo a medias. Está convencido de que has perdido más de lo que has ganado, mucho más. ¿Es que acaso has ganado algo, alguna vez?, te pregunta, riéndose. ¿Es que acaso has ganado a alguien?, se burla.

domingo, 8 de julio de 2018

La estatua

Marcos saltó de cabeza a la poza, donde ya estaban Raúl y Catalina, él gritando y ella riendo y salpicándole. Lucía se dejó resbalar por la piedra, agitando los brazos y repitiendo ay en cuanto el agua le llegó al ombligo y hasta que terminó con ella mojándole la barbilla y con Marcos abrazándola. Era una forma de meterse cuando no te atreves, simplemente dejarte resbalar y que ya no haya nada que hacer, más que caer.

lunes, 2 de julio de 2018

Cordones

Se te desatan los cordones a cada poco. No te los pisas, no tropiezas, pero te das cuenta porque ya no miras siempre para adelante, ya no estudias continuamente los tejados de Madrid, esos que sostienen gárgolas, que visten grandes relojes, o se engalanan con campanas, o tienen por sombrero estatuas de bronce de caballos encabritados. Ya no atiendes a los balcones que ahora son arcoíris y que nunca están cerrados, cuando hace dos meses estaban desnudos y los cristales reflejaban nubes. No intentas adivinar las plantas que los habitan ni lees los anuncios atados a sus barrotes. Ahora vas mirando hacia abajo, y así es como ves el cordón bailar cuando levantas el pie, estirarse en cuanto lo asientas.

viernes, 29 de junio de 2018

Caramelos

No sé chupar un caramelo. Sólo aguanta un minuto sobre mi lengua antes de pasar a quedar atrapado entre mis muelas. El sabor dura hasta que lo parto, lo hago añicos en mi boca, mastico sin gozar el dulce, empiezo a tragar virutas de azúcar y, de repente, tengo la boca vacía y ganas de beber. En realidad, nunca fui aficionado a los caramelos. Me los meto en la boca por inercia, por mantener la lengua ocupada, por quitarles el envoltorio y oír el crepitar del plástico, que luego doblo con ahínco en busca de la simetría perfecta. Me entretengo más en el continente que en el contenido.

Y luego viene otro caramelo.

viernes, 15 de junio de 2018

El assessment

- Es que el assessment hay que hacérselo también al cliente.

Es uruguaya, o argentina. No sé tanto de acentos. Pero lo que sí tengo claro es que su timbre de voz son uñas arañando la pizarra de mis meninges.

- Porque el cliente no siempre tiene la razón.

Habla tan rápido como fuerte. Me da la sensación de que se la oye en todo el convoy. De que todos la están odiando como yo. De que se gesta una lapidación de lo más justificada. Intento concentrarme en el libro. Sólo me quedan diez páginas, pero pienso en que Hemingway en esta situación también elucubraría con arrancarle las cuerdas vocales a esta pelirroja raquítica que alecciona sobre el trato a una empresa cliente.

domingo, 10 de junio de 2018

Porque no sabes posar

Vine a por tu libro, y a por tu firma. Vine a por ti. Intuyéndote pareja por alguno de tus poemas, creyéndote sin ella por mi deseo y porque citas a Bukowski.

Tu pelo en llamas, volcado sobre un hombro, el otro desnudo. Tus ojos pequeños, y diríase verdes, aun siendo la foto de la solapa en blanco y negro. Tu expresión de no saber posar, de no querer aprender, apoyada la espalda sobre una piedra redonda rugosa, de las que coronan las barandillas de los puentes viejos, como forúnculos inmortales. Tu nariz respingona, tu cara triangular, y todo lo que meto en tu cabeza inventándome cien encuentros en los que hablamos de escribir y de follar.

miércoles, 6 de junio de 2018

Sísifo, hasta cuándo

Sé que no me apetece. Sé que ya no lo disfruto. Bueno, como si supiera qué hostias es disfrutar. Pero es que le veo y me propone y no me resisto. Lo busco. Y después, cuando se va, me dejo llorar.

Otra vez. No puedo más.

Mentira. Sí puedo. Porque lo sigo haciendo. Hay que ser gilipollas. No, no me digáis que no.

lunes, 4 de junio de 2018

No la toques

No la toques.

Porque es viscosa. Porque se arrastra. Porque vive bajo tierra y deambula sobre ella. Porque se contrae. Porque es una lombriz, que es lo único que es para un niño, porque para un niño las características de las cosas nunca tendrán valor, sólo importa lo que es. No asusta el tacto. Tocar es necesidad, para comprender.

miércoles, 30 de mayo de 2018

No nos engañemos

El Tinder. Ese invento. Que tampoco es nada revolucionario. No será por páginas web de contactos o por apps de ligoteo.

Pero el caso es que yo tonteo con el Tinder.

Y allí me topé con mi rival, y tras horas de charlas y risas e interludios prolongados, ayer se lo dije.

- Eres divertida. Eso es todo un piropo, y lo sabes.

Ella, resuelta y espontánea, provocó.

- Es uno de los tres que me dicen, sí.

Mi siguiente dardo se veía venir desde kilómetros.

- ¿Cuáles son los otros dos?
- “Me gustan tus tetas” es uno.
- ¿Molan tus tetas?

lunes, 28 de mayo de 2018

Los rusos llaman a mi puerta

Quiero rusos. Quiero mucho de los rusos. Quiero a Chejov y a Dostoievski. Presiento que los necesito. Que los he anhelado todos estos años. A ellos y a sus personajes sucios. A sus calles sucias. A sus esquinas vivas. Algo me dice que me han estado persiguiendo todo este tiempo y me he empeñado en despistarles. En cambiar el ritmo para perderles de vista.

domingo, 27 de mayo de 2018

Odio

(en audio: https://soundcloud.com/user-734820786/odio)

Si quieres insultarme, hazlo cantando. Solo será una canción, no ha lugar a ningún perdón.

Si deseas ridiculizarme, escríbelo en un cuento y yo lo que leeré será un relato, no habrá mal rato.

Si buscas burlarte, píntame cubista y contemplaré un cuadro… y pista.

Si persigues amenazarme, dale, me vale si lo filmas, seré espectador de tu película, y ya lo que diga la crítica.

Si tu objetivo es escupirme, escúlpeme y pagaré por ver la estatua. Esto no es Alsasua, de eso no hablo, ni de Irene ni de Pablo.

Tal vez no me agrade, pues vale, pero no buscaré que te encierren bajo llave, he ahí la clave. Tienes derecho a representarme como tu pincel, tu boli, o tu peli o tu cincel me retraten. Porque es arte. Solo arte. Tanto arte. Que no sirve para nada. Que sirve para todo. Menos para hacerme callar.

Si te detienen por eso, seré el primero en defenderte, con uñas y dientes. Aunque tengas mal gusto como Valtonyc, criterio como Evaristo o agallas como Ayax y Prok. ¡Me siento Atreyu contra Mork!

Rey de Pangea

(en audio: https://soundcloud.com/user-734820786/rey-de-pangea-1/s-B8JrX)

He tomado cartas en el asunto, de humildad me unto, poco a poco ya me ajunto, aun autocrítica barrunto, pero ya voy sumando algún punto ahora que soy presunto trasunto… de lo que fui, porque antes ni vi, ni por supuesto vencí, solo me caí… en lo más hondo, me olvidé de Macondo en un pozo cuyo fondo lo marca cada muesca de mi pala, pero ya estoy decidido a cambiar el final de esta peli tan mala, ¡hala! Se puede, aunque duele y al mundo se la pele y yo me encele con que vivo en una melé, antes me pensaba Pelé, ahora voy descubriendo quién seré. Mira, me confieso, no hay receso, yo no ceso, esto es un proceso… largo, trago amargo, mucha culpa cargo, secundario en Fargo, regurgitando el terror de repetir el mismo error, derrapando en cada curva, me perturba la turba, es hora de dejar atrás la rumba, el miedo ya no me tumba, no me derrumba, así que me arranco, rollo El truco del manco, dejando atrás el barranco, como Indiana, salvando el pellejo, yo no cejo buscando morir de viejo, tanto tiempo siendo pendejo y ya no me dejo, yo a lo Danny Trejo, del trullo a los títulos de crédito, coño, si ya no soy inédito, un libro ocupando estanterías que no son mías, No todo va a ser sexo, mucho más… cambio de compás: eso ya no me lo quita nadie, solo yo, mi peor enemigo, musulmanes contra Rodrigo, buscando abrigo porque vivo en la nevera de Frigo, me he traicionado más que al Barsa Figo.

Espera, que sigo...

miércoles, 23 de mayo de 2018

Juez y parte

(En audio: https://soundcloud.com/user-734820786/juez-y-parte/s-foOQV)

Escucha, voy a ver si sé contármelo…

Se me ha caído el castillo de Lego, acuchillado tengo el ego, tanto dejarlo para luego… y al final, claro, me la pego, siempre pierdo a mi juego, de nuevo, manda huevos, alimento el fuego con mi falta de apego, hacia mí mismo, ya sin cinismo, bajo los pies idéntico seísmo, el final siempre es el… hasta que diga basta, más liado que una rasta, pero ¿quién dijo casta? Si ni de dos ni de tres, nunca acierto a canasta. Y así, la culpa me aplasta.

sábado, 19 de mayo de 2018

Ni conmigo ni sin ti

Descalzarte en el césped en los últimos días de primavera, esos que prometen verano, la única estación que espanta la nostalgia. Plantar el talón, encoger los dedos y arrancar hierba como si fuera una misión encomendada. Verte hacer lo mismo pero entre sábanas.

Hacer la cama al levantarte, cada mañana. Deshacerla contigo, cada mañana. Encontrártela hecha por las noches. Encontrarte en ella por las noches. Repetir cada día. Cada noche. Hacer de esa rutina la aventura más loca jamás contada.

martes, 15 de mayo de 2018

El metro más largo

- Estoy durmiendo en la calle. Ya solo me queda pedir en el metro. Una ayuda, por favor.

Día tras día. Metro tras metro. Vagón tras vagón. La misma cantinela. Para reunir no más de cinco euros en una mañana. Una micra. Que no es suficiente. Nunca lo es.

miércoles, 2 de mayo de 2018

Nunca tiraste el látigo

Las cosas no pasan porque tengan que pasar. Pasan porque hacemos que pasen. Por acción o quietud, pero es demasiado fácil sacarnos de la ecuación, responsabilizar al destino. No me toques los huevos, Paulo Coelho. Si por un lado somos capaces de crear nuestro destino pero por otro las cosas pasan porque tienen que pasar, en esa contradicción me pierdo. Suficiente perdido estoy ya. Y ya he llegado a ese punto en el que o me encuentro o, por mucho que pongáis mi cara en carteles y en el Twitter de la Guardia Civil, desaparezco. Así que no puedo en este momento creerme que sí, que si algo pasa, es porque el orden natural así lo contemplaba. Si ahuyentar a la mujer que perseguí es el orden natural de las cosas, me cago en el orden natural de las cosas. No me creo capaz de todo, no es eso, no tengo un ego tan desmedido, y menos ahora. Solo me empeño en la idea, en la fijación, de que soy responsable de lo que hago y de lo que no hago, de lo que digo y de lo que me callo, de lo que confieso y sobre lo que miento. No será sano, tiendo a flagelarme (sigo en las mismas, mi hermano celta, ya ves, el puto látigo), pero es a lo que me tengo que agarrar para confiar en que cambiarán las tornas. En que podré cambiarlas. En que haberte hecho daño es el fracaso más grande que puedo reconocer, aunque al menos queda la lección inherente a cada fiasco. Porque haberte tenido tan cerca y haber hecho lo posible por alejarte es solo cosa mía. La alineación de los planetas me la trae al pairo.

domingo, 25 de febrero de 2018

El descenso

Empiezas fuerte. No vas del todo bien equipado, el abrigo que has llevado es demasiado pesado. Pero tienes las botas de montaña, tienes los pantalones térmicos, tienes incluso el gorro de lana, que al poco te sobra. Mantienes un ritmo que no se corresponde con el tiempo que llevas sin ir al monte. Qué coño, con el tiempo que llevas sin abandonar el asfalto y ese aire que se te pega a los bronquios, lleno de humo, alquitrán, desidia. Así que al poco el corazón bombea pidiendo auxilio, el oxígeno no sabe dónde ir y las manos se apoyan en tus muslos a cada paso hacia arriba. Entiendes que, por muchas montañas que subieras hace años, de nada sirve, eso no es experiencia, es solo recuerdo, distorsionado porque ya no eres el de entonces, ni esa montaña es como cualquiera de las que subiste cuando creías que podías, y podías. De qué sirven las películas sobre alpinismo, de qué sirve temblar leyendo Mal de altura, de qué sirve no perderte ninguna noticia sobre himalayistas heróicos. De qué sirve, si solo estás en una montaña de tu comunidad, a 30 kilómetros de casa, y te sientes más perdido que cuando tenías que elegir carrera. De qué sirve si tienes atrofiados los músculos de no ejercirtarlos. El corazón es un músculo, imbécil.

viernes, 2 de febrero de 2018

KNISLINGE

Nunca fuiste de revisar libros de instrucciones. Como mucho, un vistazo, lo justo para concluir que sabrías hacerlo sin explicaciones. ‘No puede ser tan difícil’ como mantra. Tuercas, tornillos, llaves Allen… nada cuyo montaje requiera de solo ese tipo de útiles puede ser complejo de armar. Eso pensabas.

Con el mueble aun desmembrado esparcido por el salón, una cerveza en una mano y el cenicero humeando… la calma que precede a la tempestad. Un mueble cuyo nombre contiene demasiadas consonantes para tan pocas vocales, diéresis y signos ortográficos que nunca manejarías, haciendo que decirlo en voz alta suene a un esputo de abuelo fumador recién despertado. Cajas de cartón violadas de cualquier manera desparramadas por todas partes. Una foto que promete un resultado, un ‘do it yourself’ que es moda pero asusta. Y así pasan los minutos mientras te decides a ponerte manos a la obra. Porque será una obra. Pero de momento sigues conjugando en futuro, porque todo está por hacer. Aplastas colilla, agarras una pieza de un futuro sofá, te apartas el flequillo. Empiezas. Todo tiene un principio.